Se puede afirmar sin exagerar en lo más mínimo, en la parte final de este acervo digital (y con muchísimo conocimiento de causa), que la seguridad privada es una profesión exclusivamente para mentes diestras plagadas con decenas de ideas para corregir toda indefensión o posición vulnerable, para nunca ser rodeados, para alcanzar siempre el mejor de los posibles, para garantizar la seguridad en cualquier circunstancia o ambiente; y el prospecto que no cubra holgadamente este perfil debería pensarlo mucho mejor antes de incluirse en las filas de este sector laboral. Porque la seguridad no debe estar en las manos equivocadas, porque (como si fuera una bomba de tiempo) fallará (explotará) en algún momento, y no puede haber medias tintas al respecto. Todos los hombres y mujeres dedicados a este oficio deben ser confiables (no importando el nivel escolar, el físico, la edad o la experiencia que arrastren) en su habilidad sobre las tareas que se les encomendarán. Aunque para alcanzar este vasto fin es indispensable destinarle un esfuerzo mayúsculo al adiestramiento el cual en buena parte debe centrarse en transmitirles información especializada (de este campo en específico) a los guardias de seguridad para que en base de eso ellos no sólo puedan aprender a solucionar problemas sino aún más importante: los prevengan, los anticipen acuciosamente. Y el reclutado que logre asimilar todas las substanciales declaraciones fijadas en estas líneas y las lleve a la práctica seguramente estará dando el primer paso fundacional para integrarse a una recién llegada cuarta generación de guardias de seguridad postmodernos enteramente comprometidos con la calidad y el más alto rendimiento laboral. Protectores inteligentes, proactivos, herméticos, precisos, intachables y también orgullosos de su hacer. Con adecuada capacitación a su alcance, uno, un único elemento de seguridad podría llegar a dominar contundentemente de extremo a extremo una instalación completa no importando lo largo de kilómetros que contenga (imagínese entonces el lector lo que se podría hacer en grupo). No se está soltando aquí una fantasía impracticable, pero con el presuroso correr del tictac del reloj de la modernidad pisándonos los talones, creo que sería un desatino el desdeñar un material humano de otra clase mental más ventajosa pues ya una era quedó atrás. Creo que es la hora de un relevo generacional. Y en este sumario hay algunas claves con las que puede empezar a conformarse, a constituirse este formidable propósito, aun a partir del cero absoluto. Y debe ponderarse mucho lo siguiente. La seguridad privada moderna es sinónimo de competencia técnica, de entrega individual y colectiva, de versatilidad, de sincronía, de defensa y neutralización. Pero lástima que a muchos dentro de ella les es todavía difícil comprender otra filosófica consigna que encamina el hacer de todos nosotros: “pelear sin pelear”. Esta extraña paradoja es “el color que más brilla”, el pan nuestro de cada día, el sagrado comando a cumplir sin divagaciones y que nos exhorta todo el tiempo a inventar (con resaltada inspiración ardiente) un estilo astuto de luchar, esto es; de incapacitar o nulificar a una amenaza pero privilegiando y multiplicando los medios tácticos por encima de las acciones violentas poco sutiles. “Guante de seda pero mano de hierro”. El centro de gravedad de la seguridad privada no debe ser un arma, sino una estrategia. La seguridad privada no es una fuerza de combate corporal frontal, sino de detección. Y una demostración de sabiduría en seguridad privada es impulsar el trabajo en equipo. En comunión y cooperación total. Porque el camino hacia la conquista del éxito laboral nunca atañerá a una sola persona, sino a varias integradas en una operación conjunta. Tal vez después de la lectura de este producto (que está plasmado con un sentido un poco más sofisticado de lo usualmente conocido en otros) mucha gente se dará cuenta de que el ascender a la seguridad privada a rango de arte no resulta, después de todo, quizá un disparate descabellado surgido de una obsesión oscura. Nada de eso. Este es un simple manual que algún día tenía que trazarse. La seguridad privada es un gran arte que en poco tiempo se ha consagrado como toda una digna y respetable profesión la cual nunca caerá en desuso. Sí, todo un resplandeciente, floreciente y maravilloso arte…El Arte de la Seguridad Privada.