EL ARTE DE LA SEGURIDAD PRIVADA

LA TÁCTICA

No puedo dejar de lado en esta serie de conceptos que sin aplicar la táctica no se podrá proteger eficazmente ni un solo palmo de un alojamiento laboral. La táctica, tal como se desglosa aquí, es uno de los mayores pilares, o quizás, la base principal de la seguridad privada moderna, por lo tanto hay que incorporarla de manera inmediata y profusamente a los de por sí no característicamente frugales inventarios de esta misma. De hecho, es de predominante importancia convertirla en el lapso más corto en un recurso plenamente disponible (y es bastante explotable en este sentido), por lo tanto debemos plantearnos la necesidad de diseñar un pormenorizado esquema para la intensiva creación y aplicación de la táctica, enarbolarla operativamente tal como si fuera un escudo de acero, entender su definición conceptual y lo más importante: desarrollarla in situ. ¿Pero qué se entiende por táctica? En su estructura semántica más pulcra, la táctica es una artimaña, una treta, un artificio, un ardid, a veces engañoso, otras más ingenioso (y frecuentemente encubierto) que suele reducirse netamente a un acto práctico encaminado a solucionar una situación o problemática en particular, generalmente en un breve periodo de realización, y con desiguales magnitudes de alcance. Y debe darse por hecho que será el fin de casi todo si escasea mucho la intuición para saber intercalar el recurso de la táctica en la ciencia de la defensa. La táctica es el trabajo cerebral de la seguridad. El descifrar cuándo, cómo y a dónde dirigir una táctica podría aproximarnos hacia un verdadero control no efímero de nuestro destino laboral en su resulta y crear verdaderas y frondosas islas de paz. La táctica debe convertirse en el sello personal que domine todas nuestras acciones operacionales, y también las del día a día común. El guardia de seguridad debe ser un comandante de la táctica, un embajador de ésta. Y ya no sólo es ingenuo sino insensato y mueve a risa seguir creyendo que la sofisticación de las amenazas actuales puede continuar siendo combatida mediante envejecidas técnicas que son ya tranquilamente anuladas por astutas acciones contrarias ejecutadas en forma ajedrecística. Amenazadoras cosas que existen hoy, tan tenebrosamente adelantadas, sólo podrán ser doblegadas blandiendo en contra de ellas una oleada imparable de operaciones tácticas hábilmente calculadas al milímetro y ejecutadas con precisión militar. Lo que de paso nos permitirá mudarnos a una estrategia laboral competitiva y sobre todo más segura. Y el establecimiento de una política laboral basada más en la ingeniosidad práctica del guardia que en cualquier factor material que se le pueda otorgar; es la mejor opción a privilegiar. Pensar bien es la clave para solventar apuros de todo calibre. Por eso el peor contrincante que podemos tener frente a nosotros no es externo, sino interno, y no es un ente físico. Se quiere decir con esto que si no poseemos la suficiente iniciativa personal para abrir un ancho canal de conectividad con el duendecillo de la creatividad que reside dentro del tejido gris que todos tenemos entonces no le encontraremos en un 90% la salida a los movedizos recovecos de este mundo y sólo caminaremos infructuosamente en círculo dada una situación operativa adversa o peor que eso: estaremos invocando a la desgracia. Y no hay que tener miedo de proponer nuevos senderos por andar porque la creación constante es el motor mismo del universo. El propósito descollante de toda corporación no debe ser el proteger a los clientes, sino antes que eso, primero enseñarles a los elementos de seguridad a protegerse sagazmente ellos mismos de la aniquilación porque si éstos no saben cuidarse en su persona: ¿entonces cómo podrán ser capaces de defender a terceros bajo su responsabilidad si ya no están en pie en un día oscuro? Paradoja nada graciosa que nos aclara que la principal misión de un elemento de seguridad será primeramente sobrevivir él mismo aún en desigualdades de fuerza y en base a la astucia, la cual es nuestra materia prima. En línea con esta última afirmación, la tesis maestra en este catálogo de conceptos (con la que debemos interiorizarnos magníficamente) proviene de la filosofía de un antiguo estratega militar chino, Sun Tzu, que en uno de sus razonamientos de analogía simple nos enseña que: “El colmo de la destreza no es ganar cien batallas de cien, sino obtener el triunfo sin combatir”. Tal cual.