La tecnología es la aplicación de un conjunto de conocimientos (ciencia) y habilidades (técnica) con el afán, quizás instintivo, de crear una solución (tecnología) que permita al ser humano satisfacer sus necesidades o resolver sus problemas cualitativamente, con todo lo que esta situación implica para él mismo, y para la hospitalidad del entorno con el cual tiene un nexo inseparable. La tecnología ocupa un gran segmento de la vida en una proporción tan visiblemente prominente que llega a consternar o a alarmar a algunas personas que anormalmente se resisten todavía al cambio y que continúan aferradas a un arcaico faro que ya no alumbra más. Este tradicional faro ensombrecido, dejándonos caer ya en plena picada, es la viciosa habituación demasiado arraigada ya de la gente de seguridad (la rama conservadora) a los sistemas costumbristas manufacturados a la usanza antigua (casi artesanalmente). Efecto que es opaco porque traba la ventaja de avance inexorablemente hacia otros esquemas operativos más tecnificados y automatizados (para nada cancelables, diremos). Hace muchísimos años, en algún punto de la inicial historia humana, de pronto un memorable evento ocurrió: manos desnudas antecesoras flamantemente antropoformas recogieron piedras, ramas, extremidades esqueléticas, etcétera, que fueron convertidas en utensilios (para agricultura, en un principio) y a su vez (poco después), en artefactos productores de fuego, y finalmente en otras cosas aprovechables de base militar, principalmente. Situación que ayudó al hombre de las cavernas a ampararse mucho mejor e incrementar un mejor dominio sobre los elementos de riesgo que en ese lejano tiempo menudeaban por doquier (aunque menos que ahora). Tendencia multicitada que no debe detenerse por ningún motivo y que ha tenido hasta hoy como consecuencia más espectacular el trabajoso logro de una civilización atiborrada de increíbles hitos evolutivos, comentándolo en el sentido tecnológico de la seguridad más que nada. La tecnología es avance, está en todas partes y es una manifestación enigmáticamente unipolar concedida de modo parcial (para bien o para mal) a un solo ser: el hombre. Y en ella la humanidad se ha apoyado para salvaguardar su autopreservación y afianzar su desarrollo. Pero la tecnología no debe ser confundida con frivolidad vacía porque ésta no es solamente para disminuir el cansancio sustituyendo una escalera convencional por una escalera eléctrica, o para cambiar más cómodamente los canales de la televisión usando el control remoto correspondiente. El exceso de comodidad vuelve débil al hombre. Pero hay más. Se hace notar que la unión entre tecnología y seguridad privada es inaplazable y viene a la alza. No puede desestimarse este hecho. Y es aquí, en este empleo, donde cobra un mayor realce su aplicación que responde a una finalidad importante que nos atañe mucho, como se expondrá a continuación. Cualquier ayuda tecnológica, por insignificante que parezca, pero que reduzca o evite la exposición directa del personal operativo ante el riesgo o el peligro nos convendrá en demasía, y en ocasiones este pujante recurso se vuelve exigible sobretodo si soluciones así son evaluadas dentro de una escala de valor comparativo entre cosas: la vida humana, la cual es absolutamente irrecuperable. Razón normal que justifica en gran parte la adopción de artefactos de visualización remota (cámaras de videovigilancia) y de restricción física (sensores de movimiento acoplados a alarmas), sólo por mencionar los dos dispositivos más distribuidos y usados en la protección privada. Porque (sin llegar a exageraciones chillantes de querer transformar toda área en un asfixiante reducto orwelliano) la ventaja de contar con estos indispensables aparatos es que, tal como si formaran parte de un muro invisible, ponen sana y segura distancia entre el elemento de seguridad y una posible serie de amenazas, algunas muy, pero muy bien identificadas. Contando felizmente además con la ganancia secundaria de la rendición de información electrónicamente generada que es ahora por mucho la base primaria de la investigación preventiva y la persecución policial. Sin embargo existe un componente más a añadirle a esta cuestión de la ubicua tecnología. La tecnología por sí sola no aportará nada si no es completada con garra, con inventiva y disciplina táctica.